Steven Wilson en Guadalajara: una noche de precisión, emoción y viaje interestelar.
Steven Wilson y su banda abrieron la noche con “Objects Outlive Us” y “The Overview”, material recién lanzado en 2025. Ambas piezas, largas, intrincadas y cargadas de cambios rítmicos y armónicos, dejaron al público atónito. Al terminar este primer bloque, el silencio fue absoluto; nadie se atrevía a romper el hechizo. Wilson sonrió, sorprendido por la reacción, y comentó que pocas veces había sentido una atención tan reverente. De inmediato animó a la audiencia a soltarse un poco más. No tuvo que repetirlo: el público se le entregó por completo.
Tras el primer set, la banda tomó un descanso de unos veinte minutos, algo cada vez más común en espectáculos de larga duración. Al regresar, Steven Wilson abrió la segunda parte con “Harmony Codex”, ofreciendo una experiencia casi interestelar. Los sintetizadores envolventes y la voz femenina de Rotem Wilson —esposa del músico— creaban la sensación de flotar en una nave con destino a otra galaxia. Los visuales, perfectamente sincronizados, reforzaban esa atmósfera cósmica y multisensorial que dejó al público completamente hipnotizado.
Luego llegó “Home Invasion”. Qué poder y qué ensamble de progresivo tan espectacular. Se sentía una mezcla de King Crimson, Dream Theater, Emerson, Lake & Palmer y Rush: una verdadera cátedra sonora y de ejecución. Cada músico brilló con precisión quirúrgica y una energía desbordante, logrando uno de los momentos más intensos y apoteósicos de la noche.
La banda de Steven Wilson estuvo integrada por Nick Beggs (bajo y Chapman Stick), Adam Holzman (teclados), Craig Blundell (batería) y Randy McStine (guitarra y coros). Cada uno tuvo un papel sobresaliente, ejecutando con una precisión y expresividad que elevaron cada pieza a otro nivel.

Con “What Life Brings”, destacó el sonido impecable de Randy McStine, quien ofreció un solo desgarrador y lleno de sensibilidad que se elevó sobre la guitarra acústica y la atmósfera envolvente que construía la banda. Fue un momento de equilibrio perfecto entre la intimidad melódica y la intensidad emocional, donde cada nota parecía suspendida en el aire.
En “Staircase”, brilló Nick Beggs con el Chapman Stick, ofreciendo una verdadera cátedra sobre este complejo instrumento. Su interpretación recordó a Tony Levin y a los grandes maestros del bajo y el Stick, combinando precisión y sensibilidad. Esta pieza también nos devolvió al viaje interestelar: los visuales fueron simplemente maravillosos y la experiencia resultó difícil de describir con palabras; simplemente hay que estar ahí.
“Pariah” fue uno de los momentos más conmovedores de la noche. En lo personal, me enchinó la piel, especialmente cuando apareció Ninet Tayeb en la pantalla cantando. Parecía que realmente estuviera ahí, como si su voz emanara directamente de la proyección. El público reaccionó con fuerza, coreando cada palabra de este tema del álbum To the Bone, uno de los más emblemáticos y emotivos en la carrera de Steven Wilson.
Podría describir con entusiasmo cada tema, porque como seguidor de este gran compositor, lo que más destaco es la maravilla de ver y escuchar todos los sonidos y sintetizadores saliendo del escenario sin depender de pistas. No es que esté en contra de ellas, pero vivir la experiencia de tener frente a ti tanto equipo y músicos ejecutando todo en vivo es impresionante. Se agradece además que Randy McStine y Steven Wilson trajeran todas sus guitarras, cuidando cada detalle del sonido.
Un show memorable, a la altura de cualquier banda legendaria del rock progresivo, donde el tiempo parece insuficiente y uno solo desea que la música siga eternamente.
¡Más conciertos así y más asistencia del público de Guadalajara, por favor!
Txt: Hugo Mijangos
Presentado por Ocesa
