Anoche Moenia se subió al escenario del Auditorio Telmex y arrancó con toda la actitud. Desde la segunda rola ya tenía a los cuarentones (y más) de pie, bailando como si todavía trajeran el Walkman en el cinturón.

Pero no todo fue fiesta: de repente se aventaron casi una hora de canciones nuevas o poco conocidas, y ahí sí… el público se apagó. Las sillas se ocuparon otra vez y hasta algunos chiflidos se escucharon en el aire.

Por suerte, los Moenia se acordaron de lo que todos queríamos: los clásicos de siempre. Y cuando por fin sonaron, el Auditorio se convirtió en un karaoke gigante. Abrazos, celulares grabando en vivo, manos al cielo y miles de voces coreando las imperdibles. Esa vibra nostálgica hizo que los Gen X y old Millenials sintieran que valió la pena la espera.

En resumen, fue un concierto bueno a secas, recordándonos por qué Moenia fue ese grupo fugaz que nos dejó 5 o 6 himnos eternos. Los mismos que, aunque los toquemos en repeat desde hace 20 años, todavía nos hacen viajar directo a la mejor época de la música electrónica en español.

Txt: Aaron Reynaga
Foto por: Ana Paula Jimenez
Presentado por OCESA