Sinfonía No. 6 de Beethoven en el Conjunto Santander
El pasado domingo 21 de Enero la Sala Plácido Domingo fue testigo de la magnificencia del compositor alemán: Ludwig Van Beethoven. La concurrida audiencia pudo disfrutar de tres magníficas obras del icónico compositor alemán:
Las criaturas de Prometeo Op. 43
Obertura
Concierto para piano No. 1
en Do mayor, Op. 15
Sinfonía No. 6
en Fa mayor, Op. 68
“Sinfonía Pastoral”
El repertorio fue ejecutado a la perfección por la Orquesta “Solistas de América”, dirigido de manera exquisita por el director Iván López Reynoso, y por si fuera poco, se gozó del privilegio de presenciar la ejecución del pianista ruso: Vladimir Petrov.
La acústica sin igual de la Sala Plácido Domingo permitió a toda la audiencia disfrutar de todas las frecuencias emanadas por la orquesta, desde los potentes graves de la sección de contrabajos hasta las notas más agudas de las flauta piccolo.
El espectáculo abrió con la Obertura del ballet: Las criaturas de Prometeo, compuesta en el año 1801. La música de esta obra fue la introducción para que el público degustara un poco de lo que vendría el resto de la noche. La sección de violines interpretó con virtuosismo e impecable estética los pasajes melódicos de la composición, que a su vez, dialogaban con el resto de la orquesta y juntos abrieron el portal para un magnífico concierto.
La segunda obra se trató del Concierto para piano No. 1 en Do mayor, Op. 15, obra finalizada en 1795. Este concierto para piano es una obra que nos muestra algo de la influencia de Mozart y Haydn, además destaca el poder compositivo y la fortaleza musical de Beethoven, combinación de factores que hacen de la obra un verdadero espectáculo. Un dato curioso sobre la obra es que este concierto para piano no fue el primero que fue compuesto por Beethoven, se imprimió primero, si, pero el que compuso con antelación a este fue el Concierto No. 2, el detalle es que tardó mucho en finalizar la obra.
El primer movimiento denota mucha influencia de Mozart y Haydn, una gran energía y elegancia impregnada en muchos pasajes con la esencia de estos grandes compositores icónicos del inicio del período clásico. La audiencia se notó muy impactada por la entrada del piano y las respuestas que tenía con la orquesta, el dialogo generado por la obra de Beethoven entre las secciones es maravilloso. Éste movimiento tiene pasajes de piano sumamente virtuosos plagadas de escalas vertiginosas que se dice que el mismo Beethoven ejecutaba de manera perfecta con todo y su sordera en sus conciertos para hacer notar su don en todo lugar que pisaba. Dentro del primer movimiento hay una sección donde se percibe armonía que se percibe fuera de la estética compositiva del clasicismo; el gran compositor daba saltos al futuro con estos pasajes. ¡Pareciera que escuchamos a Debussy o al mismo Bill Evans!
El segundo movimiento contiene una nostalgia sutil y apaciguadora que invitó a los escuchas a reflexionar, a sentir cada nota de manera íntima y a degustar de la exquisita orquestación de la obra en una sala con magnífica acústica. Este movimiento pareciera, en ocasiones, un adelanto al Romanticismo por la estética e introspección que genera.
Durante el tercer movimiento la audiencia pudo percibir la energía del compositor alemán en uno de los momentos más espectaculares del concierto con las escalas vertiginosas interpretadas de manera perfecta y con una estética impecable por parte el pianista ruso. Este movimiento, además, incluye motivos picarescos un tanto cómicos que fueron contestados con todo el fulgor de la orquesta, razón por la cual hace muy llamativo y digno para el cierre de esta gran obra que cimbró al Conjunto Santander.
Los cerca de 45 minutos del concierto transcurrieron tan rápido que la audiencia quizo más del pianista ruso, acto seguido, Vladimir Petrov ejecutó con extremo virtuosismo un encore impresionante: Sonata en Bb. Op 83, Precipitato de Prokofiev. ¡Uno de los momentos más épicos de la noche sin duda!
Posterior a un breve intermedio llegó el momento de la Sinfonía No. 6 en Fa mayor, Op. 68. “Sinfonía Pastoral” compuesta entre 1807 y 1808.
Ésta obra nos ayuda a dibujar en nuestra mente escenas de paisajes, de lugares que en la actualidad han quedado en el olvido, de ese contacto con la naturaleza que hoy en día no daría cabida el compositor, ya que era un gran amante de la naturaleza y procuraba estar en íntimo contacto con ella (solía decir que amaba más a un árbol que a un hombre) y nombró a cada movimiento con un título referente a sus reflexiones con la naturaleza:
Nombre de los Movimientos:
- Despertar de sentimientos alegres al llegar al campo
- Escena junto al arroyo
- Alegre reunión de campesinos
- Tormenta
- Canto de los pastores. Sentimientos de gratitud y felicidad tras la tormenta
Las imágenes musicales que nos traduce esta obra evocan escenas con paisajes celestiales, ríos, lagos, llanos, montes, tormentas, fauna y flora por doquier. La obra inyecta entusiasmo para regresar a tener contacto con nuestra madre tierra y valorar nuestro entorno. Los 5 movimientos fluyeron como la composición misma, el tiempo se consumió rápido porque atrapó y cautivó a los oyentes dando un cierre único al concierto.
La grandeza de la obra de Beethoven se reavivó en el Conjunto Santander. El legado que nos deja este gran músico sigue, y seguirá, dando de qué hablar. Su obra parece la traducción misma del lenguaje de dios, un llamado para retomar otra dirección como humanidad y retomar la armonía con nuestro entorno.
TXT: Hugo Mijangos
Fotografías por Fanny López: IG fannylopezmx | FB /fannylopezmx